Infraestructura, modernidad y disponibilidad de servicios son palabras comúnmente asociadas a las grandes megalópolis. Hace unas pocas décadas se pensaba en el crecimiento masivo como una de las llaves del desarrollo urbano; en la actualidad, dotarlas de “inteligencia” es el siguiente gran reto en mente de grandes visionarios y líderes tecnológicos.

Estos proyectos ofrecen una atractiva promesa: se vislumbra un repunte económico de ser implementadas, ya que sus habitantes tendrán a la tecnología de su lado para asistir en las labores del día a día. Asimismo, la ciudad se beneficiaría de la misma al contar con procesos más eficientes y fomentado a su vez un ambiente de sustentabilidad.

¿Cómo piensan lograr estos objetivos?

A estas estructuras urbanas se le conoce por el término Smart Cities, ya que gran parte de su éxito se sustenta en recursos de TI. En efecto, esta idea pasó de ser mera hipótesis a una realidad con la llegada de la Nube y el Internet de las Cosas (http://blog.alestra.com.mx/aplicaciones-internet-de-las-cosas-mexico), así como la convergencia de otras mega tendencias tecnológicas como Movilidad, Big Data, Redes Sociales e Inteligencia Artificial.

Partiendo de los datos arrojados por el Instituto de Tecnología de Nueva Jersey, esta iniciativa generará una gran riqueza económica. Se espera generar más de $27.5 mil millones de dólares para el 2023 solamente de la tecnología destinada a estos proyectos, con 88 ciudades a nivel mundial unidas a esta iniciativa para el 2025.

A manera de ejemplo, la implementación de sensores permitiría un mejor aprovechamiento de preciados recursos como el agua y la energía eléctrica. De igual forma, los servicios gubernamentales podrían contar con medidas para combatir desastres naturales con mayor eficiencia e incluso recolectar enormes cantidades de datos en tiempo real y procesarlos para una mejor toma de decisiones.

¿Qué nos espera en los próximos años?

Para ejemplo, Barcelona muestra un despliegue tecnológico en servicio de la calidad de vida. La ciudad cuenta con una red de sensores de tierra para regular el riego con base a las previsiones de la temperatura y las lluvias. Dicha implementación es en pro de la eficiencia, ya que se registró un aumento en la conservación del agua en un 25%.

Más allá de casos de éxito en Europa, sectores de los Estados Unidos u otras partes del mundo que gozan de los primeros frutos de estos avances tecnológicos, la gran urbe de la Ciudad de México es perfecto ejemplo de tierra fértil para una ciudad inteligente.

En Querétaro se encuentra la primera ciudad inteligente, la cual terminará de construirse para el 2020 entre sus características estarán la urbanización y el desarrollo inmobiliario inteligente y la interacción con empresas tecnológicas. Jalisco y Puebla son los otros estados donde se ha implementado este concepto, en donde destacará el impulso a la movilidad, calidad de vida y medio ambiente.

Su población vive y respira en la constante hiperconectividad: servicios de GPS, comunicación instantánea, hospedaje y constantes búsquedas de servicios diversos, así como la facilidad de realizar complejas operaciones laborales sin la necesidad de transportarse largas distancias, todo esto gracias a las posibilidades y comodidad que ofrece su teléfono o dispositivo móvil de elección.

Dicha actividad resuena con la tendencia de las más grandes ciudades en México, en las que se puede apreciar una tendencia de simplificar las labores diarias; con una conexión siempre presente, es posible trabajar y cumplir nuestras necesidades básicas con tan sólo un dispositivo. Dadas las condiciones y con lo último en tecnología, es cuestión de tiempo para que se pueda apreciar un proyecto de semejante escala en el territorio mexicano.

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