Actualmente todos los sitios web y plataformas con acceso al internet han tenido que visibilizar sus políticas de manejo de información por una preocupación que se ha vuelto cada día más común entre el público en general: la privacidad en línea.
Redes sociales, videollamadas, juegos en línea y hasta plataformas educativas han tenido que comunicar sus ajustes de privacidad a los usuarios para darles la opción de decidir hasta dónde compartir con las aplicaciones sus datos más sensibles.
El aislamiento por la pandemia ha precipitado una sobrecarga de actividad en las plataformas, pero también cambió la forma en que estas son usadas. Las videollamadas dejaron de ser solamente un método de conexión social entre amigos o colaboradores con amplia dispersión geográfica y se volvieron también sinónimo de clases virtuales, por ejemplo. Inicialmente no se consideró apropiar las plataformas para estos nuevos usos, pero considerando que el periodo de distanciamiento social no hace más que extenderse, la necesidad de definir protocolos de seguridad en aulas virtuales se intensifica, pues su uso ya no es una solución temporal.
En el ámbito educativo, la preocupación más sonada se asocia con la necesidad de evaluar a los alumnos en línea a través de exámenes que permitan calificar y pasarlos de grado incluso si no pueden asistir a las aulas aún. Esto en principio no suena difícil, pero ¿cómo aseguramos que las evaluaciones se tomen de forma honesta?
Sin privacidad en nombre de la honestidad.
Muchas autoridades educativas describen a las plataformas de evaluación como un mal necesario, nos dice el Observatorio Educativo del Tecnológico de Monterrey; pues a falta de monitoreo presencial de un maestro, son únicas en asegurar la honestidad de las respuestas dadas por el alumnado. Las estrategias que utilizan, sin embargo, requieren que los padres y maestros asignen una cantidad de confianza muy elevada a las plataformas virtuales de evaluación que, por falta de información, puede que no entiendan en su totalidad.
“La mayoría de estas plataformas no permiten a los alumnos acceder a los exámenes hasta que tengan activada su webcam, tomen una foto de su cara, una identificación vigente (en el caso de universitarios) y registren con la cámara su habitación para cerciorarse que no haya nada que permita la deshonestidad académica” continúa el Observatorio Educativo, pasando luego a argumentar que si medidas así de extremas o invasivas fueran tomadas para presentar un examen presencial, los padres cuestionarían la idea que su hijo siguiera asistiendo a esa escuela.
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La realidad es que acumular datos así de personales es un riesgo sin importar qué tipo de plataforma los recaude o con qué propósito los utilice, pues las bases de datos pueden ser vulneradas por ciberciminales que busquen obtener la información confidencial, ya sea para lucrar o para perpetuar otras actividades delictivas. Una pregunta razonable que surge ante el uso de estas plataformas es por qué los maestros no realizan chequeos como estos para cada alumno personalmente a través de una videollamada de tal manera que les sea imposible ser deshonestos. Estas plataformas fueron diseñadas para atender a una cantidad grande de alumnos sin necesitar escrutinio humano, pudiendo evaluar decenas o hasta centenas de exámenes en menos de la mitad del tiempo que le tomaría a un profesor hacerlo. Pero, por esa velocidad y exactitud ¿vale la pena sacrificar la privacidad?
No se busca argumentar que las plataformas como estas no son necesarias para obtener esa honestidad fundamental en la educación para todos los niveles, más bien se busca dirigir la atención de los padres y docentes al escrutinio que estas plataformas practican, especialmente cuando los alumnos son menores de edad y su información es más sensible. Es su responsabilidad cuestionar: qué datos son necesarios para asegurarnos de que realmente cada estudiante está aprendiendo con los exámenes y cuáles son una exageración, lo que podría resultar en peligrosas invasiones de privacidad.
¿Cuándo estas plataformas dejan de ser herramientas educativas válidas para pasar a ser un Spyware legitimado? En esa pregunta radica el centro de la controversia de evaluaciones que debe ser revisada a profundidad con la ciberseguridad y privacidad del alumnado como centro de cualquier cambio de método o plataformas. Mientras el distanciamiento continúe, no podemos menospreciar la importancia de cuidar a los estudiantes. Entra a alestra.mx para mantenerte informado sobre las últimas tendencias de seguridad cibernética y las soluciones organizacionales que permiten cuidarse contra todas las amenazas presentes en el internet.
Fuente:
https://observatorio.tec.mx/edu-news/evaluacion-monitoreo